El silencio...

El silencio me hace tener miedo, me acorrala, me marchita. El silencio es una despedida de alguien a quien jamás volveremos a ver. Es una pregunta que no tiene respuesta, es un llanto disimulado. El silencio me hace sentir soledad. La soledad se siente triste, da miedo y me hace pensar. Pensar en todo eso que quisiera vivir y no logro hacerlo, me hace pensar en lo poco que valgo para muchas personas y en el daño que otras tantas me hacen. Me hace pensar en un futuro el cual ni imagino, en los errores que cometo y por sobre todo en el tiempo que pierdo. Quisiera despertar una mañana y no sentir, no pensar. Quisiera que muchas cosas sean distintas. Siento que nuestra vida se esta transformando en una rutina, en una lucha infinita, que en vez de disfrutarla, la sufrimos.
¿Porque nos es mas fácil destruir que comprender?, ¿Porque nos es mas cómodo ser victimas que ser héroes?... Que chiquitos nos volvemos cuando actuamos así. ¿Acaso nuestra vida es tan poca cosa que puede eliminarse en un instante? ¿Acaso somos dioses perfectos para exigir la perfección en los demás? No, en un segundo no se derrumba lo que se construyo en años, no se corta lo vivido como se corta el frágil tallo de una flor.
Yo creía que después de haber vivido tantos sufrimientos, de haber pasado tantas pruebas, de haber derrumbado miles de muros y de haber derramado tantas lagrimas se me había formado una caparazón, que nada ya podía herirme. Pero estaba equivocada. No existe una vacuna que nos haga menos vulnerables. Estamos expuestos permanentemente por mas fuertes que parezcamos, por grandes luchadores que seamos. Lo que un huracán no pudo destruir en nosotros lo puede destruir una inofensiva y simple palabra. Y queda demostrado una vez más, que estamos en carne viva, que no importa nada más que la necesidad de amor. Que todo lo que hacemos es para que nos acepten y nos amen… y no pedimos mucho, no pedimos que nos bajen del cielo una estrella, pedimos solamente unas palabras, esas palabras que nos harán seguir adelante, que nos darán fuerzas para soportar lo triste que pueda venir después. Porque esas palabras de amor son nuestra única resurrección.
Día a día estoy aprendiendo que la honestidad no es una virtud sino una obligación. Si estamos tristes, aprendamos a expresarlo y si nos sentimos solos busquemos compañía. Sigamos aunque muchos esperen que abandonemos. Hagamos que en vez de que nos tengan lastima nos tengan respeto. Caminemos cuando no podamos trotar. No vivamos de fotos amarillas, disfrutemos los momentos que generamos, los minutos que vivimos, el aire que respiramos. Conquistemos la libertad, no la mendiguemos.
Aceptemos que detrás de cada línea de llegada, hay una partida y que detrás de cada logro hay otro desafío.