Toda historia tiene un final, pero en la vida cada final es un nuevo comienzo!

30 de julio de 2010

El Fútbol, nuestro fútbol…


No existe un Club privado, ni mucho menos un deporte, en toda la historia de la humanidad, que haya alcanzado el grado de organización e importancia de la que hace gala el fútbol actual. Para comprobarlo, solo tenemos que observar que la Federación Internacional de Fútbol Asociado (F.I.F.A) tiene más naciones vinculadas que la Organización de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional.
Ni las enseñanzas de los judíos, cristianos y musulmanes sumados, se practican en más naciones y por más personas que las reglas del fútbol moderno, ni se aplican en más países que las reglas de la FIFA.
Hablando de los fanáticos, se da por sentado que el verdadero apasionado de este deporte no discrimina: aplaude por igual al rubio Cruiff, que al negro Pelé, o al mestizo Maradona; respeta por igual al jugador católico que se persigna al entrar a la cancha que al evangélico que ora a Cristo después de anotar un gol o al que se baila unos buenos reggetones después de anotar su mejor tanto; no le importa si la jugada maestra la realiza un comunista ruso, un capitalista americano, un socialdemócrata escandinavo, o un tercermundista de Camerún; tampoco le importa si el jugador viene de las clases más bajas de la sociedad o si nació en una familia rica. Estas diferencias no son importantes al momento de aplaudir. Y desde el campeonato mundial femenino de China de 1991, tampoco el género es importante. El aficionado expresa abiertamente y sin reservas su opinión con una gran capacidad de crítica. No importa si no está de acuerdo con el DT o el Presidente del Club de su preferencia, por que entiende que el espectáculo es un bien público y sus dirigentes son servidores de una función que se le ha encargado y de la cual no son dueños. Los títulos de propiedad les son indiferentes, por que entiende que hay cosas que no se privatizan.
Los medios de prensa, aun dentro del lugar que les toca, transmiten o intentan al menos, un permanente llamado a la paz y de armonía. El lenguaje de los comentaristas de fútbol, en medio de sus carencias o virtudes, se dirige por igual a todas las clases sociales, dentro de una mezcla de distintos elementos culturales, que en otros contextos son difíciles de conciliar.
En el fútbol también se observan las nuevas generaciones. Es común oír a un niño de 11 años afirmar que "en Colombia es hincha del Junior de Barranquilla, en América de River Plate de Argentina y en el mundo del Real Madrid de España", mientras que su primo de la misma edad sostiene que, en ese mismo orden, los equipos de su preferencia son el "Nacional de Medellín, el Colocolo de Chile y el Manchester United de Inglaterra", y ambos admiran por igual al Pibe Valderrama, y a Ronaldiño, Zamorano, Rooney, Pelé. Y ni hablar de Zidane, Cristiano Ronaldo, David Beckam y el Pipa Higuain.
Es por eso, que los estadios y el fútbol en general, son hoy por hoy algo que los que lo vivimos y lo disfrutamos… lo amamos con una pasión inexplicable.

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