Uno no pierde sus valores y formas por tantos golpes y traiciones vividas, uno cambia su ritmo de vida por el simple motivo de no querer sufrir más, sobre todo cuando siente que todo eso que tanto dio jamás le fue devuelto ni en el peor momento vivido.
La gente no deja de ser quien es, solo aprende a adaptarse a la sociedad infectada con la cual convive, tratando de alejarse de lo que más lo daña e intentando ser cada día mejor, sin olvidar lo que ocurrió, la gente que los defraudo y todo lo malo que sucedió.
Cuando me miro en el espejo y el tiempo vuelve atrás en mi memoria, me culpo por todo el tiempo que perdí, por toda la gente que descuide por enfocarme solo en una cosa, por no disfrutar mi día, mis días… y al instante vuelvo en mi y no me arrepiento absolutamente de nada de lo que hice, no me arrepiento de haber estado justo en ese instante en donde me necesitaron, en donde me sentí útil aportando mi granito de arena, en donde deje mis días enteros… Sentirse feliz haciendo lo que uno ama es un privilegio que pocos podemos sentir.
Hoy, quiero a quien me quiere e ignoro a quien me ignora. Vivo mi vida como puedo pero con menos golpes y con más amor, ese amor que necesite durante años y el peor momento de mi vida me lo trajo. Hoy tengo a mi compañero de vida alado, juntos esquivamos las duras piedras, juntos nos descubrimos el uno al otro y eso es lo más preciado que una persona puede tener, descubrir el verdadero amor.
Tengo bien en claro quién fui, quien soy y quien quiero seguir siendo. La vida no me vino con un libro de instrucciones, me vino con una gran mamá que me enseño a tener unos ovarios y valores enormes los cuales siempre demostraron mi verdadera identidad y sé, que cuanto menos lo espere, lo bueno me va a llegar y todo esto será una anécdota más que quedará marcada en mi rica historia, porque hace años abrí este telón y aun no pienso cerrarlo.
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